REVISTA AD’IP N.º42 – ABRIL 2020
NOTICIAS AD’IP – APLAZAMIENTO DE LA 9ª CONVENCIÓN
Aitor Sáez de Cortázar Junguitu
Licenciado en Ciencias Biológicas y postgrado y Máster en Ingeniería Ambiental- Responsable de Proyectos dentro del área de Economía Circular de IHOBE
GESTIÓN DE RESIDUOS Y RECICLAJE DE MATERIALES
En la 9ª Convención AD’IP que tendría lugar este año en Bilbao, iba a tener un espacio importante el debate y la ponencia sobre la gestión de residuos y el reciclaje de materiales que intervienen en el proceso de ejecución de una obra. Aitor Sáez de Cortázar Junguitu es un técnico de IHOBE que iba a participar en el evento para hablar de todo ello.
“IHOBE iba a participar en el evento con una ponencia sobre gestión de residuos y reciclaje”
AD’IP Asociación Española participó en un evento, junto al comité científico del MATCOAM y otros Actores importantes del Sector, el 21 de marzo de 2019, en el colegio de Arquitectos de Madrid y bajo el título “Oportunidad para la innovación”, en el que se realizó un amplio análisis de la situación del reciclado de los materiales en el sector de la construcción. Se aportaron y debatieron unas importantes ideas, como la de que era necesario, de una vez, cambiar el paradigma de “usar y tirar” para ayudar a la creación de la economía circular. De la oportunidad de ingresos y conocimientos que puede suponer desmantelar un edificio. Se habló de lo importante en la coordinación del reciclaje en obras de nueva construcción y el diferenciar el trabajo a desarrollar en las obras de rehabilitación. La importancia del reciclado concreto de las placas de yeso laminado también ocupó parte del coloquio, el importante papel que tiene el instalador en la segregación y la obligación de realizarse un plan de gestión de residuos en el propio presupuesto del contratista de obra.
“El sector al que representa AD’IP Asociación Española puede ser el perfecto catalizador”
-Usted forma parte del equipo técnico de IHOBE. ¿Podría explicarnos a qué se dedica esta Entidad?
IHOBE es la sociedad pública de gestión ambiental del Gobierno Vasco. Pertenece al Departamento de Medio Ambiente, Planificación Territorial y Vivienda y su presupuesto es 100% público. IHOBE apoya al Gobierno Vasco en el diseño, desarrollo e implantación de la política ambiental y en la extensión de la cultura de la sostenibilidad ambiental en el País Vasco.
Aplica la innovación de cara a impulsar la mejora ambiental en Euskadi, en colaboración con las administraciones públicas, las empresas y la ciudadanía. Contribuye asimismo al posicionamiento internacional de Euskadi como una región avanzada en sostenibilidad. La estructura de IHOBE está integrada por más de 50 personas especialistas en las más diversas disciplinas.
Las áreas técnicas de IHOBE, Acción Climática, Sostenibilidad Ambiental y Economía Circular son muy transversales y en su seno albergan proyectos que abarcan todo el compendio de la sostenibilidad ambiental: legislación ambiental, cambio climático, ecodiseño, gestión de residuos, ecoeficiencia y gestión de actividades industriales, protección del suelo, sostenibilidad en el ámbito local, proyectos de innovación ambiental, construcción sostenible, educación ambiental, comunicación ambiental, compra pública verde, etc.
-¿Cuál es su perfil profesional y qué función desempeña en su actual responsabilidad?
Soy licenciado en Ciencias Biológicas y postgrado y Máster en Ingeniería Ambiental. Pertenezco al área de Economía Circular de IHOBE en la que desarrollo mi trabajo como responsable de proyectos.
-La gestión de residuos es un proceso muy importante para poder plantear un reciclaje en la fabricación de materiales y entendemos también que debe ser un concepto globalizado. ¿En qué líneas se puede avanzar a nivel territorial y qué coordinación es necesaria a nivel estatal y europeo?
A finales de 2016 la Unión Europea lanzó el Protocolo de gestión de residuos de construcción y demolición en la UE. Este documento se enmarca en la estrategia europea para el sector de la construcción para 2020, así como en la Comunicación para un uso más eficiente de los recursos en el sector de la construcción y el paquete sobre la economía circular.
El objetivo de este Protocolo es aumentar la confianza en el proceso de gestión de residuos de construcción y demolición, así como la confianza en la calidad de los materiales reciclados procedentes de ambas actividades. En su anexo F contiene una lista de verificación que ayuda a comprobar si se siguen los pasos más importantes en los proyectos de demolición, construcción y reforma con el fin de garantizar una reutilización y un reciclaje óptimos de los materiales de construcción. Se recomienda su consulta pues constituye una guía y baremo del denominador común que ha de completarse de forma universal.
-En cuanto a la complejidad de establecer unas pautas de trabajo comunes para las obras, entendemos que la obra nueva, la demolición y la reforma serán unos patrones iniciales de clasificación y desarrollo de los esquemas de trabajo. ¿Cuáles serían las consideraciones principales a tener en cuenta para cada caso en relación a la gestión de residuos?
En realidad, la pauta es común para todas. Empieza desde la fase de proyecto en la que se realizan los Estudios de Gestión de Residuos prescritos por la normativa en los que se predicen las tipologías, cantidades de los residuos a generar y se postulan los destinos finales de los residuos. Aunque la legislación estatal lo omita, y sólo algunos decretos autonómicos lo obligan, es preciso que en todos los Estudios de Gestión de Residuos se determine la estricta separación en origen del yeso residual y su correcto almacenamiento en contenedor exclusivo para esta corriente. Además, podría plantearse desde ya, la vuelta de esos residuos a las plantas de fabricación para su reprocesado, si hay acuerdos con las empresas distribuidoras y con las empresas fabricantes, y los permisos administrativos correspondientes.
La empresa constructora y/o instaladora en el Plan de Gestión de Residuos de la Obra perfeccionará en la medida de lo posible la información del Estudio, especificando concretamente la gestión del residuo dentro de la obra asegurando su segregación en todo momento desde el tajo hasta el contenedor de salida, afinando cantidades y determinando el destino final. Aquí hay dos posibilidades, una, el vertido con lo que al menos habremos evitado la indeseable mezcla del yeso con los otros residuos. La otra alternativa planteada, y emergente gracias a la iniciativa de algunas empresas fabricantes, es el establecimiento de una logística inversa de las placas residuales desde la obra hasta las instalaciones en las que se pueda reciclar el yeso y reintroducirlo en el proceso productivo. En algunas partes del Estado ya se está logrando, o se está trabajando en su consecución, como es el caso de Euskadi.
Por todo ello es clave empezar a generar esa logística inversa donde sea posible que asegure la calidad del residuo, conseguida a través de una eficaz técnica de desmontaje de las placas y de un trasiego y transporte eficientes de lo desmontado. En algunos casos también se usan trituradoras de las materiales in situ para optimizar los traslados.
En el caso de la obra nueva y de la reforma, es conveniente en el proyecto una concreción al máximo del dimensionamiento de las piezas necesarias de cara a minimizar los excedentes de material que luego haya que desechar. Hoy en día las empresas fabricantes tienen capacidad de dimensionar las placas en función de las necesidades de la obra.
En el caso de demoliciones el principal problema es la gestión de los tiempos. Los calendarios de trabajo, habitualmente demasiado exigentes, impiden un desmontaje de los edificios que garantice esa separación en origen en la que tanto se insiste desde las administraciones públicas. A esto hay que sumar la pereza y la falta de compromiso del personal de dirección de obra a la hora de hacer realidad un correcto desempeño en este ámbito.
-¿Cuál sería la evolución que tendría que darse en las Normativas aplicables a la gestión de residuos y el reciclaje para la mejora e implantación real del concepto de economía circular?
El factor limitante de cara a la implantación del concepto de economía circular, no está en la normativa, sino en que, la ciudadanía, las empresas, nos comprometamos en su cumplimiento y las Administraciones la hagan cumplir, de tal forma que el marco sea realmente igual para todos. Antes de la aparición del término economía circular ya se venía planificando y legislando en este ámbito desde hacía tiempo. Si se hubiera logrado su cumplimiento generalizado, la situación actual hubiera sido mucho más favorable.
En la actualidad la Unión Europea ostenta el liderazgo mundial en cuanto a enfoque, perspectivas y apuesta para que el medio ambiente, la sostenibilidad, y por ende, la economía circular, se conviertan en un eje básico del desarrollo y la competitividad en la UE, gracias a su Estrategia Europea de Economía Circular y su Green Deal, uno, si no el más importante, compromiso ambiental de la UE.
A imagen y semejanza, España y las distintas comunidades autónomas llevan el mismo camino haciendo sus respectivas estrategias que intentan personalizar y exprimir estos conceptos en sus respectivas realidades.
Destacar también el desarrollo normativo derivado del concepto Huella Ambiental a toda la gama de productos y servicios y que va a ser determinante en toda esta cuestión. Desafortunadamente todavía falta tiempo para que se haga realidad.
No obstante, sí hay aspectos básicos que pueden mejorarse:
-
Para empezar, algo tan obvio como obligar a la separación del yeso en las obras, cuestión que el Decreto estatal 105/2008 no plantea.
-
Un urgente desarrollo legislativo, preferentemente desde la propia Unión Europea que, basándose en criterios de fin de vida de residuos, propicie la descatalogación de los mismos desde un punto de vista técnico y ambiental, que garantice sus prestaciones como nuevo material dentro de los usos que se prescriban.
-
Debe haber una frontera clara y rotunda entre el concepto residuo y el concepto material. En Euskadi se está haciendo ese ejercicio y se puede constatar un antes y un después tras su adopción.
-
Una interpretación más abierta del concepto de subproducto y de las condiciones en las que se basa su aplicación.
-
Una adaptación de la normativa técnica que regula la fabricación de materiales y que, en muchos casos, al no contemplarlos desde su inicio, impiden que en su formulación se incluyan materiales reciclados. En otros casos es preciso generar normativa técnica ad hoc.
-
Un paso adelante en las obligatoriedades para las administraciones de cara a prescribir criterios de compra pública verde que obliguen de una forma coherente y consensuada a la compra de productos que incluyan materiales reciclados allá donde sea técnicamente factible.
-
Una ampliación a la totalidad de los productos y servicios del principio de la responsabilidad ampliada del productor, hoy ya establecida en capítulos como envases y aparatos eléctricos y electrónicos y que es muy predecible que se aplique por ejemplo a las empresas fabricantes de placas de yeso laminado.
-
Por último, un capítulo fundamental es la prohibición de vertido de residuos valorizables y la instauración de un canon de vertido, a ser posible coordinado para todo el Estado y personalizable en función de la coyuntura de las distintas CC.AA., que penalice severamente la eliminación en vertedero, y que promueva por tanto el tránsito de los residuos hacia las opciones de valorización.
-¿Cuál es la realidad actual de la gestión de residuos en España y Europa y qué sería lo deseable para avanzar en la co-responsabilización de aquí al 2030?
España hoy por hoy está en el furgón de cola en Europa en lo que a gestión de residuos se refiere. Por ejemplo en el capítulo de residuos de competencia municipal solo el 36 % se recicla. El 64% se elimina (51% en vertedero y el 13% mediante incineración)
En cuanto a los residuos de construcción y demolición (RCD), según los datos manejados por la UE, asciende a algo más de una tonelada por habitante y año, es decir es la corriente más masiva porcentualmente, lo que sitúa la producción anual estatal en torno a los 45 millones de toneladas de residuos de construcción y demolición. De ellos, solo unos 11 millones de toneladas son gestionadas en plantas que cumplen con los estándares y las garantías que certifican la valorización de estos residuos como nuevos recursos útiles.
Lo intolerable es que el resto de los producidos, en torno al 75%, son “gestionados” de forma incorrecta, ilegal y en muchos casos de manera delictiva. Esto ocasiona graves problemas ambientales y paisajísticos, despilfarrando una materia prima necesaria y comprometiendo la pervivencia del sector del reciclado y valorización.
En Euskadi tras la instauración de un marco regulador que regula los usos de los áridos reciclados, se ha generado un mercado con solidez creciente y se ha conseguido ya en 2018 superar el objetivo europeo de reciclado del 70 % de los RCD generados. Esperamos poder mantener ese nivel porque también está amenazado constantemente por los que eligen la gestión ilegal.
En cualquier caso es un hecho que las administraciones debemos ser mucho más activos en la vigilancia y sanción de todos aquellos que se están beneficiando de prácticas de manifiesta competencia desleal basada en una mala gestión ambiental.
-¿Está calando la realidad de que la gestión de los residuos es una inversión y no un gasto?
A tenor de las cifras anteriores parece que aún no. Sólo se capta, en algunas zonas o en empresas concretas y a un ritmo demasiado lento. En Euskadi existen ya organizaciones que operan según un esquema de búsqueda de competitividad a través de una gestión cada vez más eficaz de los residuos generados en la obra y de la incorporación de materiales reciclados en sus obras. Estas organizaciones comprueban que esa estrategia tiene buenos resultados y creciente aceptación, tanto en el mercado privado, como en el público, en el que de forma creciente se van incorporando criterios de compra pública verde que empiezan a premiar esos comportamientos.
-¿Qué papel supone el yeso en la gestión de residuos y concretamente cómo se considera en relación a los paneles que se emplean para la construcción seca? Actualmente, ¿Cómo se está actuando con estos residuos?
Los prefabricados de yeso de diversa índole, objeto de trabajo de vuestras empresas, son una versión simplificada pero real del concepto de construcción industrializada, aquella en la que en el lugar de ejecución de la obra sólo se montan las piezas conformantes del edificio, que son fabricadas con los máximos estándares de calidad en factorías especializadas al efecto.
El paso de la construcción tradicional in situ a la construcción industrializada allá donde sea viable, es sin duda la gran oportunidad, quizá la única realmente relevante, para hacer realidad el concepto de prevención de residuos en este sector y que da lugar a una generación ridícula de los mismos en la obra.
Por tanto, a priori ese modo de construir debería suponer una oportunidad para minimizar drásticamente los residuos generados y, generar un circuito cerrado casi perfecto entre las empresas fabricantes de los materiales y las obras, borrando prácticamente del escenario este tipo de residuos. Sin embargo, estamos lejos de conseguirlo. En la obra nueva se dan casos de rechazos en torno al 20%.
Esa competitividad en ejecución, precio, prestaciones, flexibilidad, etc. ha hecho que hoy por hoy el mercado del cerramiento interior esté ya absolutamente dominado por estas propuestas, con superiores al 80% del total.
Así pues resulta paradójico y particularmente frustrante que a pesar de esas premisas, los residuos de yeso vayan mayoritariamente a vertedero y en muchas ocasiones mezclados con otras categorías de residuos de construcción y demolición. Esto genera problemas muy serios en las plantas de reciclaje de RCD para asegurar la calidad técnica de los materiales secundarios que producen.
Por tanto, si no controlamos desde ya esta corriente, si no generamos urgentemente entre todos un cierre de ciclo en este material, la excelencia potencial de los usos del yeso, se puede convertir en un problema serio, capaz de comprometer una parte sustancial de la circularidad aplicable al sector de la construcción.
-¿Estamos realmente preparados con las infraestructuras necesarias para poder llevar a cabo este proceso?
Existen tecnologías capaces de sustanciar una fiable valorización de los materiales construidos a base de yeso pero hoy por hoy son escasas las infraestructuras especializadas. Al menos ya sabemos que es posible y rentable la generación del círculo completo y esperamos que el perfeccionamiento de las tecnologías y el impulso desde la normativa terminen por hacer habitual esa “reencarnación” de estos materiales. Concretamente en Euskadi es uno de los principales e inmediatos objetivos a lograr dentro de la trayectoria de más de una década dedicada a la mejora de la gestión de RCD.
-En cuanto a la función de cada uno de los agentes que intervienen en el proceso de ejecución de una obra (prescriptor, fabricante, contratista, instalador…) ¿Cuál cree que debería cumplir cada uno en este asunto?
Se trata entre todos de conseguir que la pirámide de gestión de residuos deseada por todas las planificaciones y legislaciones de residuos se haga realidad. Es aquella en la que las opciones más relevantes cualitativa y cuantitativamente son la prevención, minimización y reciclaje, en detrimento del vertido y eliminación. Es la clave para hacer realidad un modelo de economía circular.
Tenemos que llegar a ser igual de eficaces en la fabricación, comercialización e instalación, como en la desinstalación, transporte inverso y reciclaje de estos materiales.
El prescriptor puede hacer constar en proyecto y debe ya solicitar que sus placas contengan yeso reciclado.
Las empresas fabricantes, dentro los objetivos planteados de sus planes de Responsabilidad Social Corporativa cuentan ya con esas opciones en sus portfolios. Es deseable que sigan investigando para aumentar tanto la eficiencia de los procesos de reciclaje, como los porcentajes de uso de yeso reciclado en los nuevos productos.
La empresa contratista debe terminar de asumir la corresponsabilidad de la gestión excelente de estas tipologías de residuos.
La empresa instaladora es la pieza clave para la minimización del yeso residual, el correcto desmontaje de las placas y su correcta segregación.
En muchos casos para la optimización de los transportes puede ser necesaria la intervención de un gestor de residuos intermedio como planta de transferencia. Obviamente este agente deberá mantener la pureza del residuo hasta el destino final donde se proceda a su valorización.
-En el caso del instalador de sistemas de construcción seca, falsos techos, aislamientos y revestimientos, en el amplio perfil de representación de AD’IP Asociación Española, ¿Cómo cree que deberían de evolucionar en su trabajo y en su gestión para situarse adecuadamente en el proceso de la nueva economía circular?
Al igual que toda la cadena de valorización de residuos urbanos depende de cómo la ciudadanía segregue sus residuos domésticos, lo mismo sucede en las obras de edificación con cada gremio implicado. Cada gremio se debería responsabilizar de gestionar adecuadamente los residuos que genera en su actividad empezando por la pieza clave que es la separación en origen
Hay un axioma demoledor en gestión de residuos: cuanto antes se separa un residuo, más barata será su gestión para todos los agentes que se relacionan con él, y más oportunidades se derivarán a partir de su valorización.
En definitiva, primero separar, luego separar y después, también, separar.
Es decir estamos hablando de integrar esta cultura del reciclaje en las obras como una tarea más. El sector al que representa AD’IP Asociación Española pueden ser el perfecto catalizador para que otros gremios con los que compartan el espacio y el tiempo de las obras actúen en el mismo sentido.
-¿Qué papel cree que debería ocupar en esta labor una asociación con ámbito de representación en todo el estado como AD’IP Asociación Española?
AD’IP Asociación Española puede y debe tener un papel ejemplarizante en su sector para la asimilación y cumplimiento del marco legal establecido. Esto implica identificar adecuadamente los residuos, no mezclar los de distinta índole, diseñar responsablemente los Planes de Gestión de Residuos dictados por la normativa cuando les corresponda y respetar escrupulosamente aquellos a los que en su caso tengan que adherirse.
Hablando del yeso en particular. Se debe comunicar a las empresas una paradoja: Por un lado, el yeso es un material infinitamente reciclable con la oportunidad que ello conlleva, y que a la vez, si no se segrega adecuadamente provoca graves problemas de fiabilidad técnica en los áridos reciclados que se producen a partir de la valorización de los residuos de construcción y demolición.
Me atrevo a decir que un objetivo clave de vuestra Asociación sería que en el plazo de dos años todas las empresas asociadas tengan integrados sus residuos en ciclos cerrados con las empresas fabricantes de los materiales. La Asociación tiene un importante papel en el diseño, junto con fabricantes y administración, de un marco y modus operandi que garantice la reciclabilidad de los materiales y que salvaguarde los intereses de fabricantes y de los instaladores.
-La grave situación actual provocada por esta pandemia nos ha hecho ver la incidencia clara del cese de las actividades productivas en el medio ambiente. ¿Cómo deberíamos de seguir todos avanzando después de lo que hemos podido comprobar? ¿Cómo ve, bajo su punto de vista, el futuro después de esta catástrofe sanitaria y económica?
Las socioeconomía generada por el Homo Sapiens en los dos últimos siglos, y de forma especialmente acelerada en los últimos 75 años nos han llevado a una situación en la que nuestra especie se ha convertido en una plaga, en una infección maligna para nuestro ÚNICO planeta disponible.
Ante esa infección la Tierra ya ha empezado a estornudar de varias maneras, y el origen, evolución y gestión posible de esta pandemia, parecen relacionarse con nuestro paradigma de desarrollo actual.
Una vez más se nos está diciendo que no podemos seguir así y que debemos aplicar ya mismo nuevos fundamentos de vida, de producción y consumo sostenible y sobretodo basados en lo realmente importante, en lo que realmente reporta bienestar a las personas. Y eso, demostrado científicamente por sesudas investigaciones en la Universidad de Harvard o por el instituto Max Planck, tiene dos pilares fundamentales: el contacto con la Naturaleza y el cultivo de relaciones personales variadas, ricas, fructíferas y prolongadas en el tiempo. Nada que ver con consumismo insaciable y compulsivo, la sustitución de relaciones en persona por las virtuales, o la vida enclaustrada en grandes urbes que alejan en fondo y forma a sus habitantes de la Naturaleza.
Si el objetivo es volver a la “normalidad” que acabamos de abandonar, quiere decir que no hemos aprendido nada.
«AD’IP Asociación Española tiene un importante papel en el diseño de un marco y modus operandi»
Ningún sistema puede crecer hasta el infinito y el sistema económico imperante se basa en esa falacia. Demasiadas personas, incluso responsables de la toma de importantes decisiones siguen creyendo en ella y piensan que nuestra especie ha llegado a ser inexpugnable e “independiente” de los avatares de la biosfera que nos sustenta. Toda la ciudadanía debe plantearse un cambio radical en las pautas de compra y consumo, y las administraciones deben poner toda la creatividad y recursos disponibles para generar la innovación que permita ese tránsito.
Es fundamental y perentorio que el impacto ambiental, las externalidades ambientales y sociales de los productos y servicios pasen a ser la piedra de toque para marcar su estatus en el mercado, siendo penalizadas aquellas opciones que supongan menoscabos y agresiones en esos ámbitos.
En el pasado muchos pueblos y grandes civilizaciones han colapsado debido a que no percibieron o no quisieron admitir que el deterioro que producían en el medio que les sustentaba les estaba llevando a su autodestrucción. Nuestra generación está ante la misma encrucijada, con un “pequeño” detalle: ahora el desafío es de dimensión planetaria y nos quedan pocos años de plazo para variar el rumbo.